El Proyecto de Conservación de Agua y Suelo “PROCAS” que viene desarrollando CORTOLIMA en la región avanza en el proceso de sensibilización a los productores agrícolas,
para cambiar paulatinamente prácticas convencionales en el manejo de los recursos naturales dentro de los procesos productivos que se adelantan en el municipio de Cajamarca. Allí se vienen implementando una serie de estrategias enmarcadas en el proceso de transferencia de tecnología a los agricultores, con miras a reducir el uso de químicos y pesticidas altamente tóxicos, reducir el exceso de laboreo de los suelos para la siembra de cultivos, conservar la cobertura vegetal en las acalles de los cultivos, utilizar especies de abonos verdes para aportar materia orgánica, nutrientes y hábitat para los organismos que viven en el suelo, responsables de la vida necesaria para el desarrollo de los cultivos, hasta llegar a una producción más limpia que beneficie finalmente al consumidor de estos productos agrícolas inocuos y al medio ambiente, al reducir los impactos negativos generados por estas explotaciones en los distintos ecosistemas.
Desarrollo de actividades

Hasta el momento se instalaron 120 parcelas demostrativas ubicadas en las veredas Rincon Placer, Cajamarquita, Planadas, Cedral, Pan de Azúcar, El Espejo, La Esperanza, La Paloma y Bolivia en sistemas maíz-fríjol, maíz-arracacha, Maíz-Yuca y Arveja-frutal; también se instalaron ocho bio-fabricas que corresponden a estructuras para la producción de bio-fertilizantes líquidos a base de residuos o productos naturales que se encuentran en la misma finca y enriquecidos con fuentes minerales necesarias para el desarrollo de los cultivos.
Además, se están manejando coberturas con abonos verdes y/o malezas nobles en las calles del cultivo, para lograr beneficios como reducir la proliferación de otras especies vegetales catalogadas como malezas, aumentar la capacidad del suelo para almacenar agua; contribuir a la regulación de los cambio bruscos de temperaturas (heladas) en el suelo; conservar la diversidad de especies vegetales y animales en estas franjas del lote cultivado que aportan materia orgánica al llevarse a cabo su proceso de descomposición en el sitio, devolviendo los minerales y sustancias que han sido extraídos del suelo durante su ciclos de vida; reducir la velocidad del agua de escorrentía para controlar los procesos erosivos en el área del cultivo, entre otros beneficios ya demostrados con la utilización de ésta práctica. Los usuarios están recibiendo asistencia y acompañamiento técnico para adelantar la estrategia de aprender haciendo en el proceso de transferencia de tecnología y educación ambiental.

Asimismo, se instalaron Lombricultivos con la lombriz roja californiana, para que a través de una alimentación con residuos de la misma finca, se obtenga humus liquido y sólido que se utiliza como mejorador de suelos y/o abono orgánico que ayuda a mejorar no solamente la parte de la estructura del suelo facilitando el almacenamiento de agua, la aireación, sino también la parte química del suelo al facilitar el intercambio de nutrientes a través de todos los procesos adelantados por los microorganismos que benefician la vida y diversidad en éste recurso natural.
Igualmente, se adelantan las huertas caseras, en donde hasta el momento se le ha entregado a cada usuario insumos y semillas de hortalizas para que ellos también produzcan alimentos garantizando la seguridad alimentaria. Adriana Cardoso Osuna, Subdirectora de Desarrollo Ambiental de CORTOLIMA asegura: “no todo debe comprarse en la plaza, porque no sabemos cómo ha sido producido ni que químicos le han aplicado, sino que ellos mismos, puedan producir la lechuga, la cebolla, el cilantro, la remolacha, el ajo, entre otros, en condiciones limpias, orgánicas, sin tanto químico”. Y finalmente se están manejando capacitaciones a los agricultores en todos los temas ambientales.
Fundamentalmente la ventaja que se les plantea a los usuarios es que los productos elaborados en la biofábrica por ejemplo, son con residuos que la mayoría se consiguen en la finca, como hojas, frutos que se pueden cosechar en la misma finca y se enriquecen con minerales, entre otros.

De este modo, lo que se pretende principalmente, es multiplicar los microorganismos benéficos que hay en el suelo y adicionárselos a los biofertilizantes para que al momento de aplicarlos se pueda iniciar el proceso de recuperación de los suelos degradados por efecto de las malas prácticas agrícolas.
La Ingeniera Cardoso afirma: “somos consientes de que ese paso de la agricultura tradicional a la agricultura orgánica no la vamos a conseguir en una sola cosecha, ni en un año ni en dos, este proceso de cambio de lo químico a lo orgánico es un proceso que tiene que exigirnos la producción no solamente de abonos orgánicos líquidos, sino también los sólidos, para ir mejorando poblaciones de microorganismos en el suelo, los contenidos de materia orgánica que son los dos componentes que nos van a dar una oferta en nutrientes para los cultivos que estamos desarrollando en esos suelo, es la parte viva, es recuperar el equilibrio natural que se ha perdido en los lotes cultivados generación tras generación con el uso de productos químicos que causan bastantes daños, lo más importante y en lo que esta fundamentando este proyecto PROCAS es sembrar vida en los lotes de cultivo para garantizar una producción sostenible. ”